El neuquino Sergio Taglia, nacido en 1975 y enraizado en el departamento de Godoy Cruz de Mendoza, estudió Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de Cuyo. Más tarde, inició estudios de cine en la Escuela Regional Cuyo de Cine y Video.
Su formación artística desarrolló una mirada poética sobre la vida que lo llevó a escribir su primera obra en el año 1999, a la que tituló 21 poemas inútiles.
Esta breve obra, como el título lo hace sospechar, cuenta con 21 poemas. A diferencia del título, no creo que sean inútiles.
Una lectura completa del libro nos ofrece un retrato de la provincia de Mendoza desde una mirada melancólica.
Para construir ese relato, el autor echa mano a imágenes comunes a la mayoría de los poemas. En algunos pasajes, nos abruma la monocromía usada para describir al mendocino medio, destacando su condición de introversión y su gesto adusto.
A través de las pinceladas con las que retrata Mendoza, aparecen algunos elementos utilizados de manera muy asertiva, como la noción de “esnobismo cultural”, que no es otra cosa que la necesidad de exhibir una intelectualidad miope e irreal. Podríamos emparentar esta obra con la del gran Enrique Santos Discépolo. Ambas poseen las características nostálgicas, lastimeras y quejumbrosas que identifican al arte rioplatense.
De esto se desprende una práctica discursiva que pone en evidencia la polaridad que el autor percibe; por ejemplo, la idea de honestidad en contraposición con la hipocresía o la de olvido con respecto a la memoria. Con este juego, Taglia fabrica una de las mejores frases escritas en esta colección de poemas:
“me olvidás acaso cuando no me extrañás
¿el olvido está lleno de memoria?”
Gina. “21 poemas inútiles”,
Sergio Taglia, 1999
Entre los temas que elige Taglia para hablar, uno de los principales es, sin dudas, la soledad. No se trata de la soledad como sinónimo de falta de compañía, sino de la soledad como templo de reflexión y autoconocimiento.
Fácilmente, el autor nos conduce al lado B de su obra, que, sin ningún disimulo, se sumerge en la denuncia social. Al avanzar en su poemario, podemos apreciar aspectos que el autor atribuye a la sociedad, acaso como generadora de desigualdades, perdiendo todo interés por la otredad. Por ejemplo, en el poema número 7, el autor habla de la vida del obrero, de sus rutinas luego de largas jornadas de trabajo, que le ayudan a adormecerse ante un mundo poco amigable.
Con una pluma sagaz, Taglia hace referencia a problemáticas muy actuales, como la cosificación de las mujeres y vulneración de los derechos sexuales de las niñas y adolescentes.
Toda la obra está atravesada por la marginalidad. En varios poemas se pueden leer analogías en torno al trabajo sexual, la pobreza, los caídos de un sistema aplastante que se sirve de la educación para someternos. Esto obedece a la falta de creatividad en los procesos de enseñanza/aprendizaje.
Ligado a lo expuesto, surge de los poemas de Taglia una crítica al capitalismo. Objeta la necesidad de gastar dinero en cosas innecesarias, pero que nos hacen creer que sí necesitamos. El capitalismo cumple su función, es un depredador que sale a cazar a sus víctimas para que tiremos nuestro dinero en bienes o servicios que muchas veces no precisamos.
Finalmente, Taglia reflexiona sobre la vejez, sobre cómo llegamos a viejos, en qué condiciones físicas y económicas, cómo terminamos perdiendo toda independencia y nos inventamos rutinas para poder sobrellevar una realidad que, claramente, es inviable para personas adultas mayores.
21 poemas inútiles es un libro contundente. Su brevedad se traduce en un extracto que condensa el sentir que muchos y muchas tenemos con relación al devenir de la vida.
Esta obra nos invita a reflexionar sobre nuestra cotidianidad, las injusticias y la invisibilización de los pobres, y nos obliga a denunciar las salvajadas de un sistema que nos oprime y muchas veces nos lleva a la muerte.
Juan Sebastián Rodríguez Maza
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